Buenas, este es el relato de mi último viaje con hongos de psilocibina, los que ven en la foto.
Quise escribir algo un poco adornado que me permita explicar lo que sentí, porque hace tempo buscaba una experiencia intensa que no podía lograr, esta vez pude y me siento super conforme con el viaje. Las últimas 5 veces que consumí psicodélicos, fueron viajes muy superficiales, un poco visuales, placenteros algunos, otros no, otros frustrantes por no lograr el efecto deseado, mejorando los sentidos pero sin "traspasar la puerta" o teniendo un breakthrough como dicen en inglés. Si ayuda a alguien, el motivo de no haber podido las veces anteriores, fue en el caso de los hongos no tener la cantidad suficiente. En el caso de la pepa falsa que se consigue en Buenos Aires, fue por consumir poco por miedo a daños en la salud. No volveria a consumir pepa directamente, porque ese miedo es totalmente real, pero terminas consumiendo al pedo porque no "llegás" xD.
Hoy finalmente traspasé la membrana de la realidad. Cada vez me sorprende. Cada vez olvido, y es por eso, que vuelvo a intentar. Es una forma de recordar, y saber, que está ahí, que tal vez, el mundo material es sólo una parte de lo posible. Me hace sentir tan niña como hace 20 años atrás, y a la vez anciana, terrible, dolorosamente vieja.
Nada es tan frustrante como la sala de espera. O si, tal vez la vida misma. La ansiedad desnuda, la frustración de no poder consumar mi deseo. Eso es la sala de espera. Un calor y una energía que me engañan, el ultimo recurso para "no ver": la serotonina tratando de decir que el mundo es un lugar divertido, donde el placer es posible, donde vale la pena. Pero no encuentro el objeto de mi deseo. No sé que hacer y no me conformo con nada, y respiro más seguido, porque todo se volvió más luminoso y los bordes empiezan a bailar, y las texturas se vuelven repetitivas y encontro patrones allí donde no existen ¿o Si? Cierro los ojos y veo estática, acaso un chiste de mal gusto de mi mente, mientras busca “sintonizar la señal correcta” Mi ansiedad crece y pienso que esta vez no será, soy un milhouse metafísico y los dioses cancelaron los planes esta noche.
Entonces prendo ese cigarrillo que puede hacer la diferencia, y suave, lentamente, ¿la ansiedad existe? Ya no la recuerdo y me deslizo entre ideas que ahora entre la calma puedo paladear, la inspiración me abraza y comienzo a escribir, historias de ficción, palabras que no son estas palabras, pero que se interrumpen porque el mundo se está empezando a desarmar.
El plano real se tuerce y es un lugar demasiado extraño para habitar. El “mallado de la realidad” se hace evidente, innegable, pero es sólo un truco más, no hay significado. La visión de insecto se plaga de colores y se deforma y es imposible existir en el mundo físico. Siento el llamado de los dioses. “Los dioses están listos para hablar con vos” Yo no creo en dioses, pero cuando te llaman a su despacho, no quedan muchas opciones. La palabra D es fuerte. Son, tal vez lo Otro. Definirlos escapa mi naturaleza, pero puedo vivir esto, y jamás saber. En el mundo material, interpretarán que simplemente estoy muy drogada. Pero cuando estás ahí, por el tiempo que dure, es DEMASIADO real. Mas real que nada. Con el tiempo, pierdo la capacidad de explicarlo, porque en realidad, nunca la tuve. Aquello que no se puede poner en palabras, se escapa.
En este lugar todo existe al mismo tiempo. Los recuerdos y las sensaciones, no se viven en cada momento, se vive el momento, que es uno, y todos los recuerdos, todas las cosas te traspasan a la vez. Es horriblemente intenso, es dolorosamente incómodo, y quien llega aquí por primera vez lo odiará, pero entenderá que vale la pena. Aparecen ellos, ello que es uno y muchos, me devuelven la mirada y existen. Y la primera respuesta que me va a dar, cuando le pregunto lo que todos preguntan: ¿Qué debo hacer? Es: Existir. Siempre se repite este ritual, es como el saludo de Ellos. Me miran a los ojos, existen y me dicen que debo existir, que no tengo una elección. Y mientras me ven con una mirada perfectamente circular, cuadrada y triangular a la vez, brillan pulsan y bailan, sin cuerpo, pero adornados con todos los colores y si intento definir su forma, están construido con todos mis recuerdos, de una forma siniestramente familiar y de otro mundo a la vez.
Si necesitás y podés seguir la conversación, te mostrarán lo que querés ver, con la espantosa claridad de aquello desnudo de toda construcción social. Desde allí, nuestra sociedad se puede ver con su estructura desnuda. Que hay un solo modelo y no hay contratos, que es el mismo desde que somos sociedades lo suficientemente grandes como para no conocer los nombres de la gente que vemos todos los días: un panal piramidal, una gran estructura construida para el placer de quienes estén en la cima, y tus hijos, vos, tus padres, todos a quienes amen son esclavos. No hay lugar en este mundo para la vida libre y todo te puede suceder. Todos los horrores. No suena a algo nuevo. Lo sabemos, pero no lo concebimos en toda su profundidad. Despojado de toda sensación de bienestar, de todo condicionamiento, esta idea cobra una dimensión enorme y sin respuesta, sin solución ni escape. Esta es nuestra naturaleza.
¿acaso habrá un ser biológico capaz de algo diferente?
Si ya no puedo sostenerles la mirada, abro los ojos y siguen, siguen ahí! Recuerdo que una vez que los llamo, ellos deciden cuando irse. Te devuelven la mirada desde todos los cuadros, desde la cara de tu amante, desde cada rincón, literalmente desde cada conjunción de formas. Como en una película de terror, es una visión que puede y debe espantar a cualquiera, pero si ya los conocés, podés convivir con ese horror. Ellos son lo más cercano a vos. Ellos no te hacen mayor daño excepto mirarte a los ojos, descaradamente, y decirte: No tenés mas alternativa. Existí. Seguí existiendo.
Quise escribir algo un poco adornado que me permita explicar lo que sentí, porque hace tempo buscaba una experiencia intensa que no podía lograr, esta vez pude y me siento super conforme con el viaje. Las últimas 5 veces que consumí psicodélicos, fueron viajes muy superficiales, un poco visuales, placenteros algunos, otros no, otros frustrantes por no lograr el efecto deseado, mejorando los sentidos pero sin "traspasar la puerta" o teniendo un breakthrough como dicen en inglés. Si ayuda a alguien, el motivo de no haber podido las veces anteriores, fue en el caso de los hongos no tener la cantidad suficiente. En el caso de la pepa falsa que se consigue en Buenos Aires, fue por consumir poco por miedo a daños en la salud. No volveria a consumir pepa directamente, porque ese miedo es totalmente real, pero terminas consumiendo al pedo porque no "llegás" xD.
Hoy finalmente traspasé la membrana de la realidad. Cada vez me sorprende. Cada vez olvido, y es por eso, que vuelvo a intentar. Es una forma de recordar, y saber, que está ahí, que tal vez, el mundo material es sólo una parte de lo posible. Me hace sentir tan niña como hace 20 años atrás, y a la vez anciana, terrible, dolorosamente vieja.
Nada es tan frustrante como la sala de espera. O si, tal vez la vida misma. La ansiedad desnuda, la frustración de no poder consumar mi deseo. Eso es la sala de espera. Un calor y una energía que me engañan, el ultimo recurso para "no ver": la serotonina tratando de decir que el mundo es un lugar divertido, donde el placer es posible, donde vale la pena. Pero no encuentro el objeto de mi deseo. No sé que hacer y no me conformo con nada, y respiro más seguido, porque todo se volvió más luminoso y los bordes empiezan a bailar, y las texturas se vuelven repetitivas y encontro patrones allí donde no existen ¿o Si? Cierro los ojos y veo estática, acaso un chiste de mal gusto de mi mente, mientras busca “sintonizar la señal correcta” Mi ansiedad crece y pienso que esta vez no será, soy un milhouse metafísico y los dioses cancelaron los planes esta noche.
Entonces prendo ese cigarrillo que puede hacer la diferencia, y suave, lentamente, ¿la ansiedad existe? Ya no la recuerdo y me deslizo entre ideas que ahora entre la calma puedo paladear, la inspiración me abraza y comienzo a escribir, historias de ficción, palabras que no son estas palabras, pero que se interrumpen porque el mundo se está empezando a desarmar.
El plano real se tuerce y es un lugar demasiado extraño para habitar. El “mallado de la realidad” se hace evidente, innegable, pero es sólo un truco más, no hay significado. La visión de insecto se plaga de colores y se deforma y es imposible existir en el mundo físico. Siento el llamado de los dioses. “Los dioses están listos para hablar con vos” Yo no creo en dioses, pero cuando te llaman a su despacho, no quedan muchas opciones. La palabra D es fuerte. Son, tal vez lo Otro. Definirlos escapa mi naturaleza, pero puedo vivir esto, y jamás saber. En el mundo material, interpretarán que simplemente estoy muy drogada. Pero cuando estás ahí, por el tiempo que dure, es DEMASIADO real. Mas real que nada. Con el tiempo, pierdo la capacidad de explicarlo, porque en realidad, nunca la tuve. Aquello que no se puede poner en palabras, se escapa.
En este lugar todo existe al mismo tiempo. Los recuerdos y las sensaciones, no se viven en cada momento, se vive el momento, que es uno, y todos los recuerdos, todas las cosas te traspasan a la vez. Es horriblemente intenso, es dolorosamente incómodo, y quien llega aquí por primera vez lo odiará, pero entenderá que vale la pena. Aparecen ellos, ello que es uno y muchos, me devuelven la mirada y existen. Y la primera respuesta que me va a dar, cuando le pregunto lo que todos preguntan: ¿Qué debo hacer? Es: Existir. Siempre se repite este ritual, es como el saludo de Ellos. Me miran a los ojos, existen y me dicen que debo existir, que no tengo una elección. Y mientras me ven con una mirada perfectamente circular, cuadrada y triangular a la vez, brillan pulsan y bailan, sin cuerpo, pero adornados con todos los colores y si intento definir su forma, están construido con todos mis recuerdos, de una forma siniestramente familiar y de otro mundo a la vez.
Si necesitás y podés seguir la conversación, te mostrarán lo que querés ver, con la espantosa claridad de aquello desnudo de toda construcción social. Desde allí, nuestra sociedad se puede ver con su estructura desnuda. Que hay un solo modelo y no hay contratos, que es el mismo desde que somos sociedades lo suficientemente grandes como para no conocer los nombres de la gente que vemos todos los días: un panal piramidal, una gran estructura construida para el placer de quienes estén en la cima, y tus hijos, vos, tus padres, todos a quienes amen son esclavos. No hay lugar en este mundo para la vida libre y todo te puede suceder. Todos los horrores. No suena a algo nuevo. Lo sabemos, pero no lo concebimos en toda su profundidad. Despojado de toda sensación de bienestar, de todo condicionamiento, esta idea cobra una dimensión enorme y sin respuesta, sin solución ni escape. Esta es nuestra naturaleza.
¿acaso habrá un ser biológico capaz de algo diferente?
Si ya no puedo sostenerles la mirada, abro los ojos y siguen, siguen ahí! Recuerdo que una vez que los llamo, ellos deciden cuando irse. Te devuelven la mirada desde todos los cuadros, desde la cara de tu amante, desde cada rincón, literalmente desde cada conjunción de formas. Como en una película de terror, es una visión que puede y debe espantar a cualquiera, pero si ya los conocés, podés convivir con ese horror. Ellos son lo más cercano a vos. Ellos no te hacen mayor daño excepto mirarte a los ojos, descaradamente, y decirte: No tenés mas alternativa. Existí. Seguí existiendo.