Primero el tabaco, luego el alcohol y después el cannabis. Todo en exceso, arranqué a los 15.
Coincido en el tema de la curiosidad, en especial por los estados alterados de conciencia y todo lo que marea, pero hoy veo que también hubo mucho de querer pertenecer y del miedo al rechazo. Drogarme para desinhibirme.
Conocer el LSD (a los 17) fue un viaje de ida. Como con todo, fui a fondo hasta que empezaron a llegar los NBOMes y después de unos malos viajes corté por unos años.
Cocaína tomé varias veces pero nunca me enganchó, solo me gustaba el efecto estimulante y desinhibidor pero no soportaba la culpa y el alma vacía del día después.
Después conocí la fiestas electrónicas. MDMA, ketamina y popper principalmente. Una luna de miel de 2/3 años, dándomela duro pero con respeto e información.
Por cuestiones de la vida, en un momento tuve una depresión muy fea. Ideación suicida. Cuando más o menos me estabilicé, ahí dí con el rapé, el kambó, el Bufo Alvarius, hongos, ayahuasca y wachuma (en ese orden). Siempre tuve predilección por los enteógenos.
Con lo único que realmente me enganché durante muchos años fue con el cannabis, me llevó mucho tiempo y esfuerzo poder sanar esa relación hasta llegar a la conciencia y el respeto.
No diría que me arrepiento de mis consumos irresponsables porque, más allá de lo accidentado de mi camino con las "drogas" y los riesgos que tomé, me encanta dónde estoy y quién soy hoy. No concibo que las cosas podrían haber sido de otra manera. Citando a Arquímedes Puccio: si mi abuela tuviera huevos, sería mi abuelo. Perdón por la transfobia poética pero se entiende el punto.
Resumí bastante porque sino ya sería como escribir mis memorias.
Hoy en día casi no tomo sintéticos, a lo sumo LSD eventualmente (que es semi-sintético en realidad), MDMA como máximo dos veces al año, y ketamina en ocasiones especiales. Mejor me quedo con lo que nos da la naturaleza.
Coincido en el tema de la curiosidad, en especial por los estados alterados de conciencia y todo lo que marea, pero hoy veo que también hubo mucho de querer pertenecer y del miedo al rechazo. Drogarme para desinhibirme.
Conocer el LSD (a los 17) fue un viaje de ida. Como con todo, fui a fondo hasta que empezaron a llegar los NBOMes y después de unos malos viajes corté por unos años.
Cocaína tomé varias veces pero nunca me enganchó, solo me gustaba el efecto estimulante y desinhibidor pero no soportaba la culpa y el alma vacía del día después.
Después conocí la fiestas electrónicas. MDMA, ketamina y popper principalmente. Una luna de miel de 2/3 años, dándomela duro pero con respeto e información.
Por cuestiones de la vida, en un momento tuve una depresión muy fea. Ideación suicida. Cuando más o menos me estabilicé, ahí dí con el rapé, el kambó, el Bufo Alvarius, hongos, ayahuasca y wachuma (en ese orden). Siempre tuve predilección por los enteógenos.
Con lo único que realmente me enganché durante muchos años fue con el cannabis, me llevó mucho tiempo y esfuerzo poder sanar esa relación hasta llegar a la conciencia y el respeto.
No diría que me arrepiento de mis consumos irresponsables porque, más allá de lo accidentado de mi camino con las "drogas" y los riesgos que tomé, me encanta dónde estoy y quién soy hoy. No concibo que las cosas podrían haber sido de otra manera. Citando a Arquímedes Puccio: si mi abuela tuviera huevos, sería mi abuelo. Perdón por la transfobia poética pero se entiende el punto.
Resumí bastante porque sino ya sería como escribir mis memorias.
Hoy en día casi no tomo sintéticos, a lo sumo LSD eventualmente (que es semi-sintético en realidad), MDMA como máximo dos veces al año, y ketamina en ocasiones especiales. Mejor me quedo con lo que nos da la naturaleza.