El objetivo fundamental del secado y conservación de los hongos psilocíbicos es el de preservar la máxima potencia de los mismos durante el mayor periodo de tiempo posible. La temperatura y la exposición a la luz y al aire, son los principales factores que provocan la degradación de los principios activos de los hongos y la consiguiente perdida de potencia.
Un buen secado se caracterizaría por realizarse en la oscuridad, lo más rápidamente posible y evitando la utilización de cualquier tipo de fuente de calor. Es preferible aumentar el flujo de aire alrededor de los hongos frente al aumento de la temperatura. En cualquier caso temperaturas superiores a 40º-50º C jamás han de alcanzarse durante el secado y por supuesto tampoco en la conservación posterior. Si nos disponemos a secar ejemplares de pequeño porte (Psilocybe semilanceata, Panaeolus cyanescens, etc..), bastará con extender los honguitos sobre un papel de periódico procurando que no estén en contacto unos con otros. En este caso el tiempo de secado oscilara entre 24 y 48 horas dependiendo del grado de humedad inicial de los mismos y la humedad ambiental del lugar elegido para el secado. Los ejemplares más grandes (Psilocybe cubensis, Pluteus salicinus etc...) pueden secarse sobre una rejilla metálica o plástica. Se ha de evitar dividir en trozos cualquier tipo de hongo pues provocaríamos la oxidación de los principios activos.
En algunos lugares, como las zonas costeras y lluviosas, la elevada humedad ambiental impide un secado correcto de los hongos. La solución a este problema vendrá dada por la utilización de un desecante. El gel de sílice, barato y reutilizable, cumplirá este papel.
Colocamos una generosa capa de cristales de sílice entre unas hojas de periódico, se disponen los hongos encima y todo ello se envuelve en una bolsa de plástico que se cierra posteriormente. Una vez secos los hongos el gel de sílice puede calentarse en un horno y recuperar sus propiedades. Es necesario advertir que este desecante nunca ha de entrar en contacto directo con los hongos ya que se fragmenta en pequeños cristalitos cuya ingestión no debe de ser nada recomendable.
Una vez secos los hongos podemos proceder a su almacenamiento, no sin antes limpiar los pies de los mismos de restos de tierra o del substrato donde crecieron. Al mismo tiempo que los limpiamos podemos examinar los posibles errores de identificación y nos aseguramos de la especie a que pertenecen. Existen multitud de maneras para conservarlos; es recomendable desestimar la conservación en miel y la fabricación de licores. La máxima preservación de potencia a lo largo del tiempo se producirá guardándolos al vacío y en el congelador.
Actualmente existen en el mercado varios aparatos que producen el vacío y son aptos para uso alimentario, desgraciadamente solo aquellos que utilizan bolsas de plástico termoselladas son capaces de mantener el vacío en el congelador (no utilizar botes que utilicen válvulas de goma). Si no disponemos de este tipo de aparatos, lo apropiado es utilizar botes totalmente herméticos y sustituir el aire de su interior por CO2 o gas freón. En cualquier caso este tipo de almacenamiento no es estrictamente necesario en aquellas especies que presentan elevadas proporciones de psilocibina (Psilocybe semilanceata, Psilocybe azurescens), estas logran preservar su potencia durante largo tiempo simplemente si se almacenan herméticamente en un lugar fresco y oscuro. Sin embargo, el Psilocybe cubensis, ampliamente cultivado, exige para su conservación unas condiciones mucho más estrictas debido a su contenido en psilocina. Es recomendable que el avezado psiconauta etiquete con la fecha de recogida, lugar, peso seco y nombre de la especie de los hongos almacenados, y si lo desea puede almacenarlos por grupos adecuando el tamaño de cada uno a su dosis personal.
FUENTE