21-06-2019, 02:40 PM
Paso a contar mi experiencia con esta cosa llamada micropunto que dicen que es LSD pero a mí me dio la sensación de que es otra cosa análoga de algo no muy agradable.
Tuve dos experiencias en un lapso de dos semanas. La primera, con un amigo, nos fuimos al aire libre zona facultad de derecho a ver que onda con la sustancia. No tenia ningún mambo mental particular conmigo ni con mi entorno, solo era curiosidad y ver qué onda. Tomé dos puntas nomás, por precaución. Al tenerlo en la boca no le sentí gusto, o solamente alguno muuuy leve que se disolvía en los primeros segundos.
Por más que se lea sobre los efectos, hasta que no pasan por el cuerpo son indescriptibles o impredecibles, asi que al no saber qué esperar de la sustancia más la ansiedad, me clavé otra puntita como a las casi 2 horas. Al rato empecé con algunas visuales distorsionadas, empezamos a dar vueltas, hacía mucho frío. Todo lo de esa tarde puede resumirse en sentirme abrumada por la intensidad de las emociones (llegar hasta el punto de llorar con mi amigo mirándonos a los ojos diciendo que nos elegíamos como amigos y que nos queríamos), la confusión y el frío que hacía al aire libre, que me dejaba bastante de cara. El post fue duro, tuve que levantarme 8 am al día siguiente y me costó muchísimo dormir, no habré dormido nada en toda la noche, habiendo pasado más de 12 horas del consumo.
Concluyo que no estuvo mal, pero al estar con otra persona, ambos drogados con las percepciones alteradas, me pareció que tenía que hacerlo sola, ya que me había sacado el miedo por así decirlo, y ya sabía qué esperar de la sustancia.
Pasaron unos días y decidí probar medio micro, de una, sola. Elegí un día tranquilo, sin obligaciones al día siguiente y me fui por la zona del jardín botánico a la tardecita para aprovecharlo como así dicen que hay que hacerlo. Pasaron casi 2 horas hasta que sentí que me había pegado algo. Al principio, tensión muscular en la nuca. Mucha molestia. Incomodidad para masticar, cero fuerza para hacer nada. Me fui a acostar sobre el pasto y mirar el cielo a ver qué pensamientos se me ocurrían en ese estado. Estuve ahí sin fuerzas clavada, hasta que tuve que ir al baño a hacer pis. Después de esa, entro en una vorágine de ansiedad, paranoia, persecución sin saber a dónde iba, quién me perseguía ni a quién corría, pero no podía parar de caminar muy rápido.
A todo esto, yo estaba en Palermo, zona donde la gente va a pasear, boludear o posar. Me molestaba todo, la gente disfrazada que posa en el lugar (pero a la vez era uno de los lugares más copados para dar vueltas estando en ese estado), no podía parar de caminar rápido, sin saber dónde ir o qué hacer primero. Las prioridades nunca supe cómo ordenarlas, mucha ansiedad, mil chupetines para intentar calmarme, que los mordía porque no podía más, explotaba. Intentaba llevar el viaje para algo agradable escuchando una playlist de Tame Impala, a la vez que registraba con mi celular con audios, videos y textos cómo me sentía.
Terminé volviendo a mi casa , no podía hacer nada, no había ningún amigue cerca para juntarse y casi que no podía hablar de la locura (re hablaba pero sola, y estaba tan mambeada que prefería estar sola o con alguien de extrema confianza). No es algo que haría seguido, me costó encontrarle el goce. Fue mucha ansiedad y confusión y no saber qué hacer con todo eso ni cómo actuar. El cuestionarse cómo porqué cuándo para qué de las cosas, saber que nunca se va a tener una respuesta ni una verdad absoluta, que todos estamos intentando algo sin saber porqué, pero hacemos y estamos, y es la única manera de ser. Me quedo un poco con esa conclusión, la sensación de no saber cómo actuar, hasta darse cuenta de que no hay una forma dada para actuar, solo soy lo que soy porque no queda otra y ahí se encuentra el goce.
Lo lisérgico quedó limitado a algunas alteraciones visuales tranqui, cualquier cosa que tuviera textura se movía o daba la sensación de latir a un ritmo.
Otra vez, me costó mucho dormir, pasaron más de 12 horas del consumo y seguía sin poder pegar un ojo. Fui a bañarme, me hice un té, tenía mucha tensión encima.
No sé en qué contexto repetiría la experiencia, no me pareció tan copada. Solo me imagino estar en alguna joda electrónica bailando re durazno, intentando enfocar esa energía y esa ansiedad que me agarró en una actividad un poco más divertida.
Tuve dos experiencias en un lapso de dos semanas. La primera, con un amigo, nos fuimos al aire libre zona facultad de derecho a ver que onda con la sustancia. No tenia ningún mambo mental particular conmigo ni con mi entorno, solo era curiosidad y ver qué onda. Tomé dos puntas nomás, por precaución. Al tenerlo en la boca no le sentí gusto, o solamente alguno muuuy leve que se disolvía en los primeros segundos.
Por más que se lea sobre los efectos, hasta que no pasan por el cuerpo son indescriptibles o impredecibles, asi que al no saber qué esperar de la sustancia más la ansiedad, me clavé otra puntita como a las casi 2 horas. Al rato empecé con algunas visuales distorsionadas, empezamos a dar vueltas, hacía mucho frío. Todo lo de esa tarde puede resumirse en sentirme abrumada por la intensidad de las emociones (llegar hasta el punto de llorar con mi amigo mirándonos a los ojos diciendo que nos elegíamos como amigos y que nos queríamos), la confusión y el frío que hacía al aire libre, que me dejaba bastante de cara. El post fue duro, tuve que levantarme 8 am al día siguiente y me costó muchísimo dormir, no habré dormido nada en toda la noche, habiendo pasado más de 12 horas del consumo.
Concluyo que no estuvo mal, pero al estar con otra persona, ambos drogados con las percepciones alteradas, me pareció que tenía que hacerlo sola, ya que me había sacado el miedo por así decirlo, y ya sabía qué esperar de la sustancia.
Pasaron unos días y decidí probar medio micro, de una, sola. Elegí un día tranquilo, sin obligaciones al día siguiente y me fui por la zona del jardín botánico a la tardecita para aprovecharlo como así dicen que hay que hacerlo. Pasaron casi 2 horas hasta que sentí que me había pegado algo. Al principio, tensión muscular en la nuca. Mucha molestia. Incomodidad para masticar, cero fuerza para hacer nada. Me fui a acostar sobre el pasto y mirar el cielo a ver qué pensamientos se me ocurrían en ese estado. Estuve ahí sin fuerzas clavada, hasta que tuve que ir al baño a hacer pis. Después de esa, entro en una vorágine de ansiedad, paranoia, persecución sin saber a dónde iba, quién me perseguía ni a quién corría, pero no podía parar de caminar muy rápido.
A todo esto, yo estaba en Palermo, zona donde la gente va a pasear, boludear o posar. Me molestaba todo, la gente disfrazada que posa en el lugar (pero a la vez era uno de los lugares más copados para dar vueltas estando en ese estado), no podía parar de caminar rápido, sin saber dónde ir o qué hacer primero. Las prioridades nunca supe cómo ordenarlas, mucha ansiedad, mil chupetines para intentar calmarme, que los mordía porque no podía más, explotaba. Intentaba llevar el viaje para algo agradable escuchando una playlist de Tame Impala, a la vez que registraba con mi celular con audios, videos y textos cómo me sentía.
Terminé volviendo a mi casa , no podía hacer nada, no había ningún amigue cerca para juntarse y casi que no podía hablar de la locura (re hablaba pero sola, y estaba tan mambeada que prefería estar sola o con alguien de extrema confianza). No es algo que haría seguido, me costó encontrarle el goce. Fue mucha ansiedad y confusión y no saber qué hacer con todo eso ni cómo actuar. El cuestionarse cómo porqué cuándo para qué de las cosas, saber que nunca se va a tener una respuesta ni una verdad absoluta, que todos estamos intentando algo sin saber porqué, pero hacemos y estamos, y es la única manera de ser. Me quedo un poco con esa conclusión, la sensación de no saber cómo actuar, hasta darse cuenta de que no hay una forma dada para actuar, solo soy lo que soy porque no queda otra y ahí se encuentra el goce.
Lo lisérgico quedó limitado a algunas alteraciones visuales tranqui, cualquier cosa que tuviera textura se movía o daba la sensación de latir a un ritmo.
Otra vez, me costó mucho dormir, pasaron más de 12 horas del consumo y seguía sin poder pegar un ojo. Fui a bañarme, me hice un té, tenía mucha tensión encima.
No sé en qué contexto repetiría la experiencia, no me pareció tan copada. Solo me imagino estar en alguna joda electrónica bailando re durazno, intentando enfocar esa energía y esa ansiedad que me agarró en una actividad un poco más divertida.