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Trip report Cubensis Costa Rica 4g secos.
#4
Preparación para la sesión

«Como los chamanes del sur de México, prefiero las sesiones nocturnas. Suelo escoger un bello lugar en la Naturaleza, y preparar al atardecer un pequeño entorno en el cual permaneceremos durante la noche. Una hora antes de la puesta de sol seleccionamos los hongos y los separamos en pares. Mi esposa y yo hemos visto que ofrecer unos hongos a Gaia, en forma de ofrenda en un levantado de forma espontánea, con elementos del lugar, prepara la sesión para una experiencia rodeada de magia terrestre. Antes de la ingestión suelo acariciar las formas de los hongos, observar sus contornos, y les hablo de su belleza, de su sabiduría, de su ancestral poder. Son las llaves a las dimensiones que nos rodean y que de ordinario no podemos percibir. Si ellos lo permiten, eres llevado ante inimaginadas dimensiones de belleza, gracia y serenidad. Me llevan más cerca de Dios, Jesús y Buda, a la conciencia del planetaria, a mis orígenes y hacia un más profundo entendimiento de mi lugar en el universo. La experiencia, desde todos sus ángulos, es profundamente espiritual.»

Paul Stamets (Psilocybin Mushrooms of the World)


En el apartado sobre adicción y toxicidad se ha comentado que los riesgos del uso de los hongos psilocibínicos son casi nulos a nivel físico -en lo que respecta a posibles daños o afecciones al organismo humano. Pero esto no quiere decir que el uso de enteógenos esté libre de riesgo puesto que, como se ha comentado brevemente en un apartado anterior, el efecto de los hongos psicoactivos se despliega básicamente en la psique humana, o sea, en el ámbito mental y anímico. Y es aquí donde cabe considerar las precauciones a tomar, para no arriesgar de forma innecesaria la seguridad de la persona que se acerca a estas sustancias.

El que en los medios de comunicación estos aspectos se hayan presentado al revés, dando a entender que los hongos psicotrópicos eran peligrosos por su toxicidad o riesgo adictivo, y que su uso sólo era apto para mentes deseosas de ejercer la irresponsabilidad a toda costa, seguramente es debido a un par de factores que determinan nuestra cultura. El primero se deriva de la concepción materialista del mundo, que irrumpe en occidente durante el Renacimiento cuando la antigua visión espiritual de la existencia empieza a perder todos sus puntos de referencia. Fue en ese momento cuando en occidente se impone el pensamiento racional como forma de entender y conceptualizar el mundo, desplazándose el peso de las cosas de lo ‘espiritual’ a lo ‘material’. Para poner un ejemplo, la teología moral del cielo y el infiero, de la ‘salvación del alma', dejó paso a la gestión de un sucedáneo de la inmortalidad: nos referimos a la inmortalidad del mismo cuerpo, una prerrogativa atendida por médicos, más centrados en las enfermedades del organismo que en problemas del alma. En cierta manera, lo que preocupaba a las Administraciones durante los años sesenta, era un acceso demasiado rápido e inmediato a una visión del mundo que chocaba frontalmente con la concepción materialista del mismo, y que durante los años 60 provocó más deserciones de la sociedad que las deseadas o previstas, en un mundo dominado por la técnica y la explotación sistemática de la Naturaleza. Así, las autoridades, con el objetivo de desprestigiar los psiquedélicos, se valieron de la teología médica para condenarlos, asegurando que los visionarios eran un grave riesgo para el organismo. Esto, bajo la nueva visión de las cosas, era más creíble y asimilable que ningún otro argumento.

Pero volviendo al problema espiritual del asunto, valgámonos de la etimología de las palabras usadas para designar este tipo de vegetales capaces de desvelar lo desconocido. Enteógenos y psiquedélicos son dos neologismos del griego clásico que refieren en ambos casos la mente humana, el espíritu o el alma. Enteógenos significa ‘convocar la experiencia divina en el sí de uno mismo’, mientras que psiquedélico significa ‘desvelador del alma’. En ambos casos lo que está en juego es la experiencia interior de lo que durante el siglo XX ha dado en llamarse el inconsciente, o aquello que la mente humana ‘esconde’ al estado de percepción habitual de la mente. A pesar de que nadie se acaba de poner de acuerdo sobre lo que es o deja de ser el inconsciente, podemos tomar dos o tres definiciones generales dentro de lo que ha representado la historia de la psicología. Con Freud, el inconsciente representó una especie de baúl de los recuerdos en el que se acumulaban experiencias biográficas traumáticas, que en su tiempo no fueron asimiladas, comprendidas o integradas. Para Jung, otro de los pilares de la psicología del siglo XX, el inconsciente pasaba a ampliarse con todo lo que en la literatura religiosa dio en llamarse experiencias místicas, o contactos con lo numinoso. Una síntesis de ambos conceptos, enriqueciéndola con la experiencia iniciática de muerte-renacimiento, queda representada por el marco teórico del psiquiatra checo Stanislav Grof8. De todas formas una de las propuestas más sugerentes sobre la naturaleza de la mente humana fue hecha por un filósofo: H. Bergson. Este pensador francés comparó a la mente humana con un receptor de radio que podía captar información de todo lo existente, de todos los acontecimientos del universo, pero que en cierta manera operaba habitualmente como un filtro a esta realidad inabarcable, para así posibilitar que el ser humano pudiese operar en la vida cotidiana.

Expuestos estos modelos, lo importante es centrarse en el hecho de que la experiencia enteodélica puede desvelar temas a los que la persona está poco habituada, sean ya recuerdos biográficos, replanteamientos sobre su propia situación vital, o espacios ‘cósmicos’ sobre los que la concepción moderna de la realidad está poco acostumbrada a tratar. A un nivel de sensaciones placenteras o dramáticas, la experiencia puede ir desde la beatitud mística, pasando por la incomodidad de la visión de aspectos de un@ mismo que no se desean atender, a la angustia del encontrarse suspendido en un mundo psíquico sin puntos de referencia -o al éxtasis del nacer a una renovada concepción de la existencia.

Es por esto que a diferencia de otros tipos de sustancias psicoactivas, como los estimulantes o los depresores del sistema nervioso central, los enteógenos ofrecen una experiencia más difícil de sondear. En este sentido la observación de Robert Gordon Wasson, sobre el uso de sustancias enteógenas por personas que se aproximan a la experiencia por primera vez, sigue siendo válida 40 años después de su formulación: "Si no estás seguro de querer tener la experiencia, déjalo por el momento".

Esta observación no es tan sólo oportuna en referencia al neófito occidental que se acerca a estas experiencias careciendo puntos de referencia en su propia cultura, sino que el mundo chamánico, que ha preservado su uso durante milenios, también se puede observar que las sesiones no se llevan a cabo sin que para ello haya un motivo concreto (como la sanación de una enfermedad, o el buscar nuevas zonas de caza), o sin observar una serie de rituales durante la preparación del enteógeno y de la sesión, encaminados a asegurar que el propósito de la experiencia, o a protegerse de posibles imprevistos que desvirtúen sus objetivos.


Set & setting

En occidente, lejos de poseer una cultura tradicional del uso de hongos enteógenos, o de otras especies vegetales de semejantes efectos, la preparación se basa en lo que hace unas décadas la cultura anglosajona denominó set & setting, un concepto que viene a apuntar la necesidad de una preparación interior a la vez que un cuidado del entorno en el que se realiza la sesión. En lo que concierne al mundo interior, la preparación, cuidado y predisposición podrían resumirse en un paso previo de observación: la actitud con la que la persona afronta la sesión. ¿La afronta con curiosidad hacia lo desconocido?, ¿cómo un reto personal?, ¿con miedo?, ¿dejándose llevar por otras personas... por ansias de autoconocimiento... interés cultural despertado por textos leídos... como una vía de escape a una situación personal que rehuye, por querer acercarse al misticismo?, ¿cómo una forma de gozar de la existencia?

El registro de tipos de experiencias despertadas por los hongos es de un rango amplio, tal y como se comenta en el apartado de Tipos de usos de los hongos, pero en todo caso su utilización no es apropiada para muchas de las actitudes con las que se ha venido utilizando algunas presuntas sustancias psiquedélicas en nuestra cultura durante la década de los 70 y los 80. Al mismo tiempo, la experiencia ofrecida por los hongos es sustancialmente imprevisible, de forma que una persona puede buscar el repetir el contenido y efectos de una sesión previa, y encontrarse con que la nueva sesión le lleva de viaje por zonas de su mente totalmente inexploradas.

Repasando la literatura disponible sobre este tema, y como ya se ha comentado anteriormente, el acercamiento a este tipo de experiencias debería estar validada por el interés en uno de estos temas: lúcido, autoconocimiento y espiritualidad. Pero si el saberse interesado en estos temas puede representar más o menos una forma de aproximación mental o racional al asunto, esto no valida la predisposición anímica para ello, nuevamente aquí la frase de R.G. Wasson viene como anillo al dedo: ¿duda uno/a de querer tener la experiencia? En caso de no tener este sentimiento interior claro, no está de más postergar el acercamiento para mejor ocasión.

Una forma de conocer esta respuesta sin palabras que daría el pase de entrada a la realización de una sesión, es observar la actitud emocional que uno/a tiene con respecto a este tipo de experiencia. El miedo (el temer que uno puede sumirse en un mar de desconcierto o desesperación) y la frivolidad (el restar importancia a la sesión presuponiendo que uno es suficientemente fuerte o avispado como para que el dolor o desconcierto no le rocen) son ambos un mal indicador para llevar a cabo la sesión. Como es sabido el miedo no engendra más que miedo, y de esta forma puede convocarse innecesariamente una actitud mental que no sea más que un círculo vicioso a la hora entrar en un espacio mental desconocido, quedándose allí compadeciéndose a uno mismo o revolcándose en conflictos mentales fruto de una actitud poco positiva. En cuanto a minimizar la los riesgos de la sesión, este quizás es un error heredado de la mala información que al respecto han dado algunos medios de comunicación –quizás debido a su propia falta de información, o a querer distraer la atención hacia estas sustancias relativizando su interés asegurando que no eran más que un pasatiempo irresponsable sólo apto para inmaduros.

Es quizás el respeto hacia la sesión lo que distingue a la persona que se acerca a ella con un mínimo de conocimiento. El no pedir nada a la sesión más que estar abierto a lo que venga, sin quedarse prendado de ello; el afrontar lo duro precisamente porque todas los seres humanos, en mayor o menor medida, tenemos zonas oscuras en nuestra mente que esperan ser iluminadas y asimiladas; o el gozar de lo bueno sin estar esperando que nunca se desvanezca, precisamente porque, como observa la filosofía, nada en este mundo dura para siempre (incluso la vocación de atormentarse dará paso, tarde o temprano, a la aceptación, incluso al gozo o la alegría).


Música

Hay quien dice que la música, durante las sesiones con enteógenos, es lo que da cuerpo y figura a la experiencia, lo que la conduce. Si bien esto es cierto para las sesiones que se llevan a cabo en el interior de una casa, por lo general en las experiencias que acontecen en la Naturaleza, es la Naturaleza misma la que canta, la que pone música a lo percibido. Los sonidos del viento, el canto de los pájaros, los saltos de agua en los riachuelos o los cambios de colores y matices de los árboles y los paisajes, toman la misma función que la música estereofónica en una experiencia en el interior de una casa.

Y quizás lo mismo podría decirse referente a la contemplación del crepitar de un fuego en una lar en el interior de un hogar. Contemplarlo puede ser tan hipnotizante como ver un atardecer o un amanecer.

Volviendo al interior de una habitación, muchas personas consideran que la elección de la música es algo de tanta importancia como elegir el momento, la compañía o la sustancia con la que se lleva a cabo la sesión. Ya en el mundo arcaico de los chamanes, el canto es algo omnipresente, y occidentales que han realizado sesiones en este contexto han remarcado la importancia que tuvo el oír el canto de la chamán o el chamán, como hilo conductor de la experiencia interna9.

Lo primero que debe tenerse en cuenta para elegir un tipo de música para llevar a cabo una experiencia con enteógenos, es que muchos estilos que habitualmente podemos oír en un estado normal de consciencia, pueden resultar enormemente molestos, e incluso confusos, si los escuchamos durante una sesión con enteógenos. Así es aconsejable dejar de lado músicas como el rock & roll y similares que pueden generar más desconcierto que otra cosa al llevar a cabo una sesión.

Tradicionalmente se han escuchado composiciones de música psiquedélica para realizar sesiones, pero hemos de declarar que estas vibraciones, hoy en día, resultan un tanto ciclónicas para determinados oídos. También entran como candidados los discos de músicas étnicas, pero por tener pocos títulos a mano, y sobretodo por resultar muchas de estas músicas bastante alejadas de nuestra propia tradición, dejamos a gusto individual el ensayo con ellas. Dentro de la tradición occidental el cantro gregoriano o bizantino (ortodoxo) podría resultar de interés (sin duda relajante, centrador y poco desquiciante). Por último, y para dar algunos títulos de referencia, de músicas que por lo general resultan poco desquiciantes, a veces bastante energéticas y también arropadoras y contrarias al casos, daremos algunos títulos que si bien parecen sacados de la New Age, son de bastante calidad (incluidos los de la cantante Enya, de cuyos discos, efectivamente, toda la New Age no es más que una copia sin mucha gracia)
La muerte del ego.
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RE: Trip report Cubensis Costa Rica 4g secos. - por Sacha - 08-05-2020, 03:04 PM

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