Una fiesta electrónica puede simplificarse la congregación de miles de personas para escuchar a un DJ tocar para divertirse y bailar al unísono de un ritmo, o beat específico. Pero propongo otra forma de entenderlo.
Es una hora, dos horas, tres o más, que un DJ tiene la posibilidad para contar una historia. Jugar y hacer transiciones melódicas traducidas en emociones. Es un acuerdo en el que el público le cede el control de su cuerpo durante lo que reste la noche para que el DJ haga lo que le plazca, pero a cambio recibe la posibilidad de dejarse llevar, de abrirse sin miedo a una catarata de sentimientos. Es una historia melódica la que se cuenta, pero son miles de formas distintas de vivirla. Cientos de miles de ideas que sobrepasaron un congreso científico, de interacciones que unen y crean amistades y amores esporádicos entre personas. Todo por lo que trabajaste en un año o en tu vida, puede colapsar y ser reconstruido en una sola noche para cambiar el rumbo de tu destino, de tus ideas y concepción sobre el mundo. Todo puede suceder, pero una vez entres a una fiesta, jamás vas a saber cómo terminará. Tan solo soltate y dejate llevar al ritmo de la música y de la magia por ese breve momento.
Por gran parte de la noche, era inconsciente del paso del tiempo y de gran cantidad de cosas que me pasaban o hacía. Un tema que ponía el DJ podía durar 20 minutos, como también sentía que en 1 minuto ya habían pasado 5 temas. Creo que fueron 15 a 20 minutos entre que empecé a bailar con una chica y el darme cuenta de ello.
Al principio una silueta, la imagen de una cara con lentes de sol que se fue componiendo progresivamente hasta su totalidad. Para cuando fui consciente de lo que pasaba, bailábamos en una sincronía perfecta. Cada vez que alguno cambiaba de posición, instintivamente el otro se adaptaba al instante sin problemas, no hacía falta pensar en nuestros movimientos. Nos mirábamos a los ojos continuamente, sin despegar la vista, y ambos teníamos esa sonrisa feliz y tonta, producto de lo que hacíamos, aunque también principalmente por la droga.
Tengo un primer momento de lucidez, puedo analizarla bien. Pelo negro que le llegaba al cuello, piercing en el labio inferior, lentes de sol que tapaban por completo sus ojos, llevaba un top de rayas blancas y negras. Tenía mí misma altura, pero era más adulta que yo, con una edad que me superaba por 7 a 10 años. — ¿Cómo te llamas? — le pregunto. Riéndose, ella me respondió: — ¿No te acordás?, te lo dije recién. — ¿Posta? No me imaginaba por qué razón, drogadísimo como estaba, me lo habría olvidado. —Naty, ¿y el tuyo? — Me dice por fin con una sonrisa. Yo le devuelvo mi nombre.
Era una esporádica conversación de unas pocas palabras cada unos minutos, sin parar de movernos ni de bailar, porque esa era la forma en que realmente nos estábamos conociendo. Intercambiábamos pequeños detalles para conocernos un poco más. En un momento ella me pregunta si estaba solo. Me doy cuenta por primera vez que había perdido por completo a mis amigos, miro a mi alrededor y nada, pero no me importó en absoluto. —Ponele que sí, estaba con mi grupo por acá pero los re perdí a mis amigos, ¿y vos?—. —Yo también estaba con mi grupo, pero me escapé y los perdí desde hace un rato ya— No se la veía preocupada por volver con ellos.
A todo esto, yo seguía muy drogado por un largo periodo. Nunca había estado tan desconectado y deshinibido, pero a su vez era una explosión incesante de estímulos y emociones. Pensamientos, preguntas e ideas esporádicas que se me escapaban de la memoria apenas terminaban de formularse. No había forma de pararlo, salvo que la música y moverme al mismo ritmo que Naty eran mi salvoconducto.
Estábamos muy al frente del escenario, y en consecuencia había demasiada gente, era sofocante pero manejable, ya que portaba mi gran abanico santo para salvarnos cada tanto. El problema eran las corrientes de personas que se movían de un lado a otro y empujaban cada pocos segundos para pasar por espacios inexistentes. Cada vez que pasaba me cortaba el baile y movía del lugar, me ponía más ansioso, angustiado. Eso también se traducía en bruxismo, tener la cara de culo y quejarme cada tanto. Pero no podía manejar ni cortar con esa sensación, es como si fuera una emoción demasiado fuerte y difícil de controlar. Como si fueran pequeños malos viajes cortos, pero que sucedían cada tanto (pero no eran tan fuertes como para que me quisiera ir de ahí, todavía seguía cómodo en mi situación aparte de eso).
A esto Naty lo notaba, y me ayudaba a volver de esos malos viajes. Me daba consejos y me volvía a seguir bailando, demasiado comprensiva para el estado en el que yo estaba. En un momento me quejo por un chabón alto y bien corpulento que pasó por mi espalda y me empujó sin alguna consideración para abrirse paso, pero ella me reta con unas palabras similares a esta, —Olvidate de quienes te empujan, no van a parar de venir. Es parte de la fiesta y de la situación en la que estamos tan al frente. Intenta aceptarlo e ignorarlo. Pero también seguí bailando fuerte, y ellos te van a ignorar.—
Eso como que me cambió todo el sistema y le respondo, —Tenés razón, tenés toda la razón. Gracias— internalizo esas palabras y la abrazo en agradecimiento. Un abrazo potenciado por todos los esos hermosos estímulos sensoriales producidos por el MDMA. A partir de ese momento, mis malos viajes se remitieron por completo durante lo que fue la noche.
Durante la noche, cada cierto tiempo ella bajaba el ritmo para empezar a analizarme con una mirada muy concentrada. —¿Te puedo peinar?— me pregunta simple y llanamente. Confundido por lo espontáneo de su pregunta, pero sin molestarme para nada, le respondí que sí, obvio.
Al dar el afirmativo, ella emprendía una tarea en peinarme y acomodarme los pelos que estaban volados caóticamente para todos lados. Pero lo hacía durante 10 segundos en la que nada más le importaba, actuaba profesionalmente, como si su vida valiese de eso. —¿Quién sos?— le pregunto. Ella asiente por su trabajo, ignora mi pregunta y seguimos bailando. El resto de las veces no hizo falta que me pidiera permiso.
El fuerte efecto de la droga no se me pasó hasta un rato largo, y en esos saltos en el tiempo, no era consciente de mis propios actos, ni capaz de controlarlos del todo. Me ganaban los impulsos y reflejos involuntarios. Tengo que ser honesto, en un principio con Naty estuve re gede, le quería dar un beso. Según me dijeron mis amigos, le pregunté un par de veces si la podía besar, a lo que ella rechazaba amablemente y sin molestarse. En un punto, perdido en una nube de inconsciencia, me acerco poco a poco, cada vez más a su boca. Hasta que ella se hace para atrás, y me sobresalto recuperando la lucidez.
Me di cuenta de lo que estaba haciendo y me quería morir de la vergüenza, le pido una y otra vez perdón porque sinceramente no era posible controlarme ni comportarme como lo hacía normalmente. Pero no intenté hacer lo mismo con ella nunca más durante la noche. Lo que sí me extrañó que ella no pareciera molestarse, y cuando yo pensaba que mis malos viajes y los intentos de besarla la hubieran espantado y decidiera irse, ella se quedó conmigo. ¿Por qué? ¿Por qué no te vas? De entre todos los que hay en esta fiesta, ¿por qué decidiste bailar conmigo?
Preguntas que se iban acumulando en mi interior y no me olvidaba, pero que no me animaba a pronunciarlas. No era el momento para hacerlo, prefería disfrutar el momento bailando.
¿Por qué digo que mis amigos me contaron sobre lo que pasó? Porque durante toda la noche me estuvieron escuchando. De la nada mientras bailaba, ya pasada gran parte de la noche y cuando Peggy Gou estaba terminando (no fue la última dj en tocar) alguien me toca desprevenidamente el hombro. Me giro hacia atrás y ahí estaban todo mi grupo de amigos, mirándome y riéndose por mi cara de sorprendido, quien me tocó tenía el pulgar hacia arriba. —¿Dónde mierda estaban todos ustedes?—, sin parar de reírse, uno de ellos contesta, —estuvimos al lado tuyo toda la noche, no nos viste?—. Yo nunca los vi, pero realmente ellos estuvieron siempre a dos o tres metros y veían desde un principio todo lo que pasaba.
Me preguntan si quería ir con ellos, pero los ignoro. Ya estaba en el lugar perfecto y en función de una perfecta compañía. Uno de ellos me da un regalo, una botella de agua. SI BEBÉEE, la salvación ha llegadooo. Tomo bastante, se la ofrezco a Naty porque ambos estábamos sequísimos y me guardo lo que restó.
Cada vez estaba mejor, el efecto de la pasti iba diluyéndose y todos esos malos viajes remitieron. Aunque seguía un poco inconsciente del paso del tiempo, era perfectamente consciente de lo que hacía y podía controlar mis emociones. No me molestaba la gente que cruzaba a nuestro lado. Tan solo éramos Naty y yo bailando en una burbuja, sin perder el ritmo ni descansar algunos segundos. Peggy Gou estaba aniquilando las piernas de todos los presentes, la hija de puta no paró en ningún momento y soltaba temazo tras temazo durante el tiempo que estuvo en cabina.
Falta poco para que termine Peggy, y me agarra esa sensación en la garganta. Ganas de fumar y sentir el humo. Me pasa regularmente, pero sólo cuando estoy en las fiestas. No de un cigarrillo (a los cuales agradecidamente les he agarrado asco después de fumar durante un breve tiempo), sino de un porro. Aunque inunda tus pulmones, haciéndolos sentir más pesados, y baja en cierto modo la energía para bailar. Es en realidad una frescura para la garganta y revitalizante. (increíble toda esta poesía solo para decir que quería fumar faso).
A todo esto suelto un —ayyy, que ganas de fumar un porritooo— a la nada misma, sin esperar respuesta. Naty me mira con una sonrisa cómplice. Sin dudarlo, procede a sacar una tuquera negra de su corpiño. La abre y me ofrece el porro nuevo e impoluto de su interior para que lo prenda. En ese mismo momento me derretí de amor.
También, a los pocos minutos (cerca de las 05:00) ella tomó un cuarto (o la cantidad que parecía ser) de pasti, y me ofreció otro cuartito poniéndomelo cerca de mis labios. Sin ver lo que era, acepté y la tragué. Me terminó pegando media hora después de manera progresiva, con un buen efecto que se mantuvo hasta el final de la noche pero que para lo último me volvió un poco desorientado y no podía enfocar mi vista en nada.
Verán, lo común a través de esta historia es mi mala toma de decisiones, muchas impulsivamente y sin tener en cuenta las posibles consecuencias. Es algo que se va a seguir repitiendo durante el relato y de las que me doy cuenta más tarde, e intento no volver a hacerlo más en lo posible. Por suerte, en esta ocasión fueron muchas malas decisiones que tuvieron un hermoso destino y hermosos sucesos, pero que igualmente pudo haber terminado muy mal.
A todo esto mis amigos siempre estuvieron al lado mío, aunque yo estaba de espaldas a ellos y no les prestaba mucha atención. No sé en qué momento, aparecen dos amigos de Naty, una de ellos lo que parecía ser su mejor amiga. Ocurrió la gran parte emotiva de reencuentro entre ellos y la amiga pregunta, —¿Dónde estabas? Te nos perdiste y no te encontramos en toda la noche—, Naty le contó que se había escapado del grupo y se puso a bailar sola, hasta que me encontró a mí y se quedó bailando conmigo durante todas esas horas. La amiga (de quien lamentablemente no me acuerdo de su nombre, así que le vamos a poner Katy) quedó estupefacta.
A los segundos de terminar de hablar con ella se acerca a mí y me agarra por los hombros. —¿Quién sos? ¿Cómo hiciste para bailar con ella? - WHAT, ahora la estupefacción se me contagió a mí también, -¿Qué? ¿Por? Yo tampoco tengo idea de lo que está pasando, estoy rr e loco. — A lo cual, Katy me explica, —Naty no se banca estar sola con ningún tipo por más de 20 o 30 minutos que ya se cansa y se va, pero estuvo toda la noche con vos. ¿Cómo hiciste? — Me quedé más estupefacto todavía, con la boca abierta y la mandíbula yendo de un lado a otro como un péndulo de reloj marcando los segundos mientras procesaba lo que me dijo. Similar a la cara de pikachu de Guido Kaczka.
![[Imagen: images?q=tbn:ANd9GcRviBTkEuG3Auf0pohfxFV...vgbzvkqw&s]](https://encrypted-tbn0.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcRviBTkEuG3Auf0pohfxFVRQc6-oovgbzvkqw&s)
Katy, más jóven y cercana a mi edad, de pelo largo castaño claro, era como la bestie de Naty, pero de esas mejores amigas bien confidentes que complementan y levantan la energía del grupo. La mejor amiga que cualquiera pudiera tener. En un momento, saco el abanico santificador para tirar vientito al grupo y Katy se ríe cuando ve el diseño del abanico. —Apenas te conozco y sos la persona más random que conozco jajajaj. Me caes muy bien.— Me dice ella, con un tono gracioso.Cuando Katy y el otro amigo llegaron se pusieron a bailar con nosotros e hicimos una mini ronda entre el grupo, y poco a poco (aunque media hora después), empezaron a llegar los otros del grupo de Naty.
Al final quedamos bailando Katy y yo casi solos, pero de lo más bien. Naty al poco tiempo se había escapado con el grupo de sus amigos para unirse a lo que pareciera ver que estaban esnifando y tomando otras drogas. Una de ellos, random, me ofrece para fumar de un vape y le pregunto qué era. —Popper—, me contesta. Yo en ese estado, rotísimo, por suerte lo rechacé.
Abruptamente, la música se corta. Me descoloca por completo y noto por primera vez que ya era de día, había pasado bastante tiempo desde que amaneció. Se terminó la fiesta, aunque no tengo idea de a qué hora. Para ese momento Naty ya había vuelto a nuestro lado, y me giro atrás para encontrar también a mi grupo de amigos. Yo estaba para seguir bailando una o dos horas más, no podía creer que se había terminado.
—¿Hacés algo ahora? — me pregunta Naty. —Emmm no, nos volvemos ahora con mis amigos en auto a Carlos Paz a dormir, ¿por? —. - Nos vamos a X after, ¿querés venir con nosotros? — Katy complementa con la pregunta, —Hay espacio en el auto para uno más si querés—.
Tenía la billetera con re poca plata, estaba drogadísimo e iba a ir solo con personas extrañas de dudosa procedencia al after al que, encima, estaba en la otra punta de Córdoba. Yo tenía que volver después hasta Carlos Paz a no saber de qué manera y para sumarle, la próxima noche tenía que laburar de fotógrafo para una fiesta de 50 años. — Si carajos, vamossss —, le digo todo emocionado.
MISIÓN SECUNDARIA ACEPTADA
Así que, como en toda fiesta cuando llega a su fin, procedimos a hacer la marcha de las calaveras hacia los autos, que por suerte estaban en el mismo estacionamiento los del grupo de Naty y los del mío, en el camino también les había dicho que pensaba ir a ese after x o al y que se hacía, pero antes ninguno de mi grupo había querido. Lo único que tenía que hacer era buscar mi mochila con todas las cosas de nuestro auto, avisarle a mi grupo de amigos lo que iba a hacer y reencontrarme con los otros en su auto.
En el estacionamiento me separo de Katy y Naty diciéndoles que ya volvía, que me esperaran en ese mismo lugar. Llego a nuestro auto y cae mi grupo. Les cuento la locura que iba a hacer y ellos se sorprenden, pero aceptan, aunque pensaran que soy un lunático. Ninguno de ellos me acompaña, todos se volvían a Carlos Paz menos yo. Aunque uno de mis amigo me agarra y me pide, —Cualquier cosa que te pase, nosotros estamos acá. Nos quedamos media hora hasta que el que maneja se le baje un poco el efecto y esté en mejor estado. Pasame ya la ubicación en tiempo real y anda avisando lo que te pase—. Un genio total. No le pude pasar la ubicación porque no había nada de red en ese lugar. Así que salí corriendo con la mochilita como un campeón para encontrarme con mi próximo grupo de joda.
Voy al lugar donde había dejado a Naty. Pero no hay nadie.
Confundido, miro a mi alrededor y tanteo la poquísima gente que todavía quedaba en el estacionamiento. No los encontré. Estuve buscando por el estacionamiento, los autos para ver si se habían metido en uno, la fila de los autos encarados para salir. Nada. Lo peor de todo es que yo estaba muy drogado y tonto, no podía enfocar la vista y seguía sin estar consciente del todo en el tiempo. No había internet para llamarla o mandarle mensaje, como tampoco tenía el contacto de ella. Ni siquiera podía ver lo que había en la pantalla de mi celular porque era todo borroso.
No puede ser, los perdí. Termino volviéndo al auto de mi grupo con la mirada agachada y triste. La misión secundaria fue un fracaso. Una vez más, mis amigos quedaron sorprendidos, pero me aceptaron en el auto nuevamente. Sin poderlo creer, fui a buscarlos una vez más para ver si los encontraba de por casualidad. Tampoco.
Al final me terminé volviendo en el auto con mi grupo a Carlos Paz. En el viaje tenía una mirada gacha, derrotada y triste, era angustia pura potenciada por el MDMA. No por el after, sino porque perdí el contacto por completo de Naty, no tenía su perfil, número o más información aparte de su nombre. Sencillamente no la iba a ver más. Se le suma a que también perdí mis lentes de sol, que eran los que usaba todos los días (tenían protección UV) y me quedaban increíbles, justo fue en el auto que me dí cuenta que me faltaban y no los encontré nunca más. Tristísimo. Llegamos a Carlos Paz y soy el primero en bajarme porque mi casa era la más cercana. Era pleno amanecer y ya la gente estaba en la calle en su vida cotidiana. Camino un par de cuadras hasta que llego al frente de mi casa. Antes de entrar, alcanzo a ver la hora en mi celular, eran las 9 de la mañana.
Neeeaaaa, demasiado temprano (aclaración: no era para nada temprano). Se me ocurre una de mis tantas ideas grandiosas de esa noche. No voy a entrar a mi casa, me voy al monte. Así que caminé unos 20 minutos, plenamente drogado y sin poder estar recto del todo, hacia el monte, todo cuesta arriba. Hacía poco encontré una piedra tipo mirador en lo alto del todo de las sierras, bien oculta y sin señalización. Pero que es el mejor spot para ver la ciudad de VCP entera a la que poquitas personas conocen.
![[Imagen: DW0NElu.jpeg]](https://i.imgur.com/DW0NElu.jpeg)
Llegué al alto de todo. No saben lo que me costó esa puta caminata. Entre recomponer el aire de unos pulmones en el suelo, las piernas que se me quebraban del cansancio por estar bailando toda la noche, y seguir estando tontazo por el efecto de la pasti que no se me iba. Pero llegué. Me senté en el borde con esa vista espectacular, puse música en el celu y agarré el porrito que había guardado en la mochila al principio de la noche (cosa que me costó 10 minutos, porque estaba incluso tonto para entender lo que agarraba).
Encendí el porro, le di unas 4 o 5 caladas. Bajé de mi mirada la mano que lo sostenía y cuando la alcé para fumar, ya el porro no estaba. LPM Lo perdí a él también. Se me desapareció por completo, un porro entero encima. No lo encontré más.
Paso un rato más contemplando las vistas a la ciudad, que poco a poco se llenaba de más tránsito y más peatones siguiendo con su vida cotidiana. Hasta que de la nada reacciono y pego un grito. —¿Qué mierda acaba de pasar?.— Fueron demasiadas cosas las que ocurrieron esta noche, una cadena de momentos locos y relaciones impredecibles, emociones a montones que no paraban de asaltarme. Todo en tan poquito momento, como si hace 1 hora hubiera empezado la noche. Pero lo más importante, Naty.
¿Quién sos? ¿Por qué quisiste bailar conmigo? ¿Por qué te quedaste toda la noche? Era una catarata de preguntas existencialistas en búsqueda de comprender a esa mujer misteriosa y única que me acompañó durante toda la noche. Nunca había estado en compañía de una persona tan maravillosa durante tanto tiempo. Con la que sentía, sin apenas conocernos, una confianza plena. Como si en tan solo unos minutos, ya nos conociéramos de toda la vida. Era raro, muy raro, pero hermoso.
Necesitaba volver a verla, a contactarme con ella. No por un deseo sexual o de querer algo más. Tan solo quería respuestas a las tantas preguntas que tenía. Quería conocer quién era ella, quién era Naty. No se me podía escapar tan fácilmente como había pasado. Así que, todavía en el medio del monte, emprendí mi misión con el celular de buscar algo, lo que sea, con tan solo encontrar un rastro de ella. Me fijé en instagram si había buscado algo antes, en whatsapp, contactos de teléfono. Tampoco había fotos o videos en mi celular donde apareciera ella, hasta que encontré algo.
Era una captura de pantalla. Una captura donde aparecía en la parte superior su nombre del perfil en la búsqueda de Instagram, aunque el resto estaba en gris porque en ese momento no había internet. JACKPOT.
El siguiente problema que me encontré fue su propio nombre de perfil. No lo podía leer. Seguía tan drogado que me costaba horrores poder enfocar y leer. Acercaba el celular a poquitos centímetros de mi cara e incluso seguía sin leer. Y encima el nombre de perfil de la culiada tenía muchos 7. Estaba tan mal que no podía contar cuántos 7 eran, pero si muchos. Como tampoco podía distinguir una n de una m. Así que por un rato demasiado largo estuve buscando su perfil y creo que habré empezado a seguir como a 10 personas diferentes.
Hasta que encuentro un perfil (con la supuesta misma cantidad de 7) pero que estaba en privado. Lo único que aparecía era una foto de perfil amarilla, tan solo amarilla sin otro detalle, y dos links más. Uno enviaba a otro perfil de instagram con su mismo nombre, lleno de poesía. Bastante abstracta, con un poco carácter sexual, sin un sentido claro superficial entre líneas, pero ninguna foto de su cara para confirmar que era ella.
El otro link era a un video de YT, un tema musical. Un solo tema que había publicado esa cuenta con su mismo nombre, pero todavía sin foto de su cara. Así que me puse a escuchar ese tema, en el medio de la montaña durante el amanecer con las vistas de toda la ciudad y sin algún otro ruido que el movimiento de las hojas provocadas por el viento y de los pájaros.
Me encantaría compartírselo a ustedes, pero eso sería quebrar con su anonimato. Me enamoré de ese tema, no sé por qué, pero le encontré algo. Tenía alma. Era una combinación depresiva entre la voz de Babi y un rasgueo de guitarra simple pero característico, similar a El Príncipe Idiota. Con una letra muy similar al estilo de poesía que había en la otra cuenta.
Todo era muy del palo artístico similar al mundo en el que yo habitaba, pero todavía seguía sin comprender, ¿Quién era ella? ¿Cómo carajos ocurrió todo esto? ¿Por qué se dio esta conexión tan real? Pero también una pregunta clave que, hurgando en mi memoria, no era capaz de acordarme y ser capaz de responder: ¿Cómo nos conocimos?, ¿cómo empezó todo? Me torturaba no tener idea de cómo nos vimos por primera vez, o el momento en que empezamos a bailar.
Mi cabeza era una tormenta caótica de preguntas, recuerdos fragmentados, emociones y aturdimiento que no podía controlar. Así que, para finalizar la jornada, seguí ese perfil privado con la foto amarilla, le envié un mensaje y bajé del monte para llegar a mi casa, darme un baño y dormir.
Horas después me despierto, completamente roto, con resaca y con un dolor insoportable de cabeza. Sigo con mi día como puedo, hasta que por la tardecita de ese día, recibo una notificación. Ese perfil con imagen amarilla aceptó mi solicitud de seguimiento. Era ella, era Naty, y me envió un mensaje de voz.
FIN DE PARTE 2
Wow, creo que me fui a la mierda entre la parte 1 y 2 comparado con la extensión que pensaba escribir en un principio, pero acá está la historia completa de esa noche, aunque no la historia completa de nuestra relación. Esto se puede extender a una o dos partes más. Se separa de lo que es la fiesta electrónica (pero no de las drogas), aunque es bastante más íntimo y puede llegar a romper con el anonimato de uno de los dos. El tiempo y mis ganas de escribir lo definirán. Mil disculpas por la tardanza en largar esta segunda parte, fueron meses complicados donde no tuve tiempo para descansar ni dedicarme a esto. También tengo que aclarar que me fue bastante difícil poder recomponer los diálogos de la fiesta y distan de ser los reales, en parte por mi estado y en otra parte por el tiempo que pasó desde marzo/abril de 2024 a esta fecha, aunque su esencia se mantiene.
SI, ME RE COMÍ LA PELI, no hace falta aclararlo. Entiendo que todo lo que sentía fue exacerbado por el efecto de la droga y el MDMA y no es del todo real. Pero es una historia que me encantó vivir, y que también quería compartir con ustedes por si se comían la peli junto a mí.
Espero que lo disfruten, y están más que invitados a interpelar mi relato o decirme qué les pareció.
ATTE. El enano mágico
Es una hora, dos horas, tres o más, que un DJ tiene la posibilidad para contar una historia. Jugar y hacer transiciones melódicas traducidas en emociones. Es un acuerdo en el que el público le cede el control de su cuerpo durante lo que reste la noche para que el DJ haga lo que le plazca, pero a cambio recibe la posibilidad de dejarse llevar, de abrirse sin miedo a una catarata de sentimientos. Es una historia melódica la que se cuenta, pero son miles de formas distintas de vivirla. Cientos de miles de ideas que sobrepasaron un congreso científico, de interacciones que unen y crean amistades y amores esporádicos entre personas. Todo por lo que trabajaste en un año o en tu vida, puede colapsar y ser reconstruido en una sola noche para cambiar el rumbo de tu destino, de tus ideas y concepción sobre el mundo. Todo puede suceder, pero una vez entres a una fiesta, jamás vas a saber cómo terminará. Tan solo soltate y dejate llevar al ritmo de la música y de la magia por ese breve momento.
Por gran parte de la noche, era inconsciente del paso del tiempo y de gran cantidad de cosas que me pasaban o hacía. Un tema que ponía el DJ podía durar 20 minutos, como también sentía que en 1 minuto ya habían pasado 5 temas. Creo que fueron 15 a 20 minutos entre que empecé a bailar con una chica y el darme cuenta de ello.
Al principio una silueta, la imagen de una cara con lentes de sol que se fue componiendo progresivamente hasta su totalidad. Para cuando fui consciente de lo que pasaba, bailábamos en una sincronía perfecta. Cada vez que alguno cambiaba de posición, instintivamente el otro se adaptaba al instante sin problemas, no hacía falta pensar en nuestros movimientos. Nos mirábamos a los ojos continuamente, sin despegar la vista, y ambos teníamos esa sonrisa feliz y tonta, producto de lo que hacíamos, aunque también principalmente por la droga.
Tengo un primer momento de lucidez, puedo analizarla bien. Pelo negro que le llegaba al cuello, piercing en el labio inferior, lentes de sol que tapaban por completo sus ojos, llevaba un top de rayas blancas y negras. Tenía mí misma altura, pero era más adulta que yo, con una edad que me superaba por 7 a 10 años. — ¿Cómo te llamas? — le pregunto. Riéndose, ella me respondió: — ¿No te acordás?, te lo dije recién. — ¿Posta? No me imaginaba por qué razón, drogadísimo como estaba, me lo habría olvidado. —Naty, ¿y el tuyo? — Me dice por fin con una sonrisa. Yo le devuelvo mi nombre.
Era una esporádica conversación de unas pocas palabras cada unos minutos, sin parar de movernos ni de bailar, porque esa era la forma en que realmente nos estábamos conociendo. Intercambiábamos pequeños detalles para conocernos un poco más. En un momento ella me pregunta si estaba solo. Me doy cuenta por primera vez que había perdido por completo a mis amigos, miro a mi alrededor y nada, pero no me importó en absoluto. —Ponele que sí, estaba con mi grupo por acá pero los re perdí a mis amigos, ¿y vos?—. —Yo también estaba con mi grupo, pero me escapé y los perdí desde hace un rato ya— No se la veía preocupada por volver con ellos.
A todo esto, yo seguía muy drogado por un largo periodo. Nunca había estado tan desconectado y deshinibido, pero a su vez era una explosión incesante de estímulos y emociones. Pensamientos, preguntas e ideas esporádicas que se me escapaban de la memoria apenas terminaban de formularse. No había forma de pararlo, salvo que la música y moverme al mismo ritmo que Naty eran mi salvoconducto.
Estábamos muy al frente del escenario, y en consecuencia había demasiada gente, era sofocante pero manejable, ya que portaba mi gran abanico santo para salvarnos cada tanto. El problema eran las corrientes de personas que se movían de un lado a otro y empujaban cada pocos segundos para pasar por espacios inexistentes. Cada vez que pasaba me cortaba el baile y movía del lugar, me ponía más ansioso, angustiado. Eso también se traducía en bruxismo, tener la cara de culo y quejarme cada tanto. Pero no podía manejar ni cortar con esa sensación, es como si fuera una emoción demasiado fuerte y difícil de controlar. Como si fueran pequeños malos viajes cortos, pero que sucedían cada tanto (pero no eran tan fuertes como para que me quisiera ir de ahí, todavía seguía cómodo en mi situación aparte de eso).
A esto Naty lo notaba, y me ayudaba a volver de esos malos viajes. Me daba consejos y me volvía a seguir bailando, demasiado comprensiva para el estado en el que yo estaba. En un momento me quejo por un chabón alto y bien corpulento que pasó por mi espalda y me empujó sin alguna consideración para abrirse paso, pero ella me reta con unas palabras similares a esta, —Olvidate de quienes te empujan, no van a parar de venir. Es parte de la fiesta y de la situación en la que estamos tan al frente. Intenta aceptarlo e ignorarlo. Pero también seguí bailando fuerte, y ellos te van a ignorar.—
Eso como que me cambió todo el sistema y le respondo, —Tenés razón, tenés toda la razón. Gracias— internalizo esas palabras y la abrazo en agradecimiento. Un abrazo potenciado por todos los esos hermosos estímulos sensoriales producidos por el MDMA. A partir de ese momento, mis malos viajes se remitieron por completo durante lo que fue la noche.
Durante la noche, cada cierto tiempo ella bajaba el ritmo para empezar a analizarme con una mirada muy concentrada. —¿Te puedo peinar?— me pregunta simple y llanamente. Confundido por lo espontáneo de su pregunta, pero sin molestarme para nada, le respondí que sí, obvio.
Al dar el afirmativo, ella emprendía una tarea en peinarme y acomodarme los pelos que estaban volados caóticamente para todos lados. Pero lo hacía durante 10 segundos en la que nada más le importaba, actuaba profesionalmente, como si su vida valiese de eso. —¿Quién sos?— le pregunto. Ella asiente por su trabajo, ignora mi pregunta y seguimos bailando. El resto de las veces no hizo falta que me pidiera permiso.
El fuerte efecto de la droga no se me pasó hasta un rato largo, y en esos saltos en el tiempo, no era consciente de mis propios actos, ni capaz de controlarlos del todo. Me ganaban los impulsos y reflejos involuntarios. Tengo que ser honesto, en un principio con Naty estuve re gede, le quería dar un beso. Según me dijeron mis amigos, le pregunté un par de veces si la podía besar, a lo que ella rechazaba amablemente y sin molestarse. En un punto, perdido en una nube de inconsciencia, me acerco poco a poco, cada vez más a su boca. Hasta que ella se hace para atrás, y me sobresalto recuperando la lucidez.
Me di cuenta de lo que estaba haciendo y me quería morir de la vergüenza, le pido una y otra vez perdón porque sinceramente no era posible controlarme ni comportarme como lo hacía normalmente. Pero no intenté hacer lo mismo con ella nunca más durante la noche. Lo que sí me extrañó que ella no pareciera molestarse, y cuando yo pensaba que mis malos viajes y los intentos de besarla la hubieran espantado y decidiera irse, ella se quedó conmigo. ¿Por qué? ¿Por qué no te vas? De entre todos los que hay en esta fiesta, ¿por qué decidiste bailar conmigo?
Preguntas que se iban acumulando en mi interior y no me olvidaba, pero que no me animaba a pronunciarlas. No era el momento para hacerlo, prefería disfrutar el momento bailando.
¿Por qué digo que mis amigos me contaron sobre lo que pasó? Porque durante toda la noche me estuvieron escuchando. De la nada mientras bailaba, ya pasada gran parte de la noche y cuando Peggy Gou estaba terminando (no fue la última dj en tocar) alguien me toca desprevenidamente el hombro. Me giro hacia atrás y ahí estaban todo mi grupo de amigos, mirándome y riéndose por mi cara de sorprendido, quien me tocó tenía el pulgar hacia arriba. —¿Dónde mierda estaban todos ustedes?—, sin parar de reírse, uno de ellos contesta, —estuvimos al lado tuyo toda la noche, no nos viste?—. Yo nunca los vi, pero realmente ellos estuvieron siempre a dos o tres metros y veían desde un principio todo lo que pasaba.
Me preguntan si quería ir con ellos, pero los ignoro. Ya estaba en el lugar perfecto y en función de una perfecta compañía. Uno de ellos me da un regalo, una botella de agua. SI BEBÉEE, la salvación ha llegadooo. Tomo bastante, se la ofrezco a Naty porque ambos estábamos sequísimos y me guardo lo que restó.
Cada vez estaba mejor, el efecto de la pasti iba diluyéndose y todos esos malos viajes remitieron. Aunque seguía un poco inconsciente del paso del tiempo, era perfectamente consciente de lo que hacía y podía controlar mis emociones. No me molestaba la gente que cruzaba a nuestro lado. Tan solo éramos Naty y yo bailando en una burbuja, sin perder el ritmo ni descansar algunos segundos. Peggy Gou estaba aniquilando las piernas de todos los presentes, la hija de puta no paró en ningún momento y soltaba temazo tras temazo durante el tiempo que estuvo en cabina.
Falta poco para que termine Peggy, y me agarra esa sensación en la garganta. Ganas de fumar y sentir el humo. Me pasa regularmente, pero sólo cuando estoy en las fiestas. No de un cigarrillo (a los cuales agradecidamente les he agarrado asco después de fumar durante un breve tiempo), sino de un porro. Aunque inunda tus pulmones, haciéndolos sentir más pesados, y baja en cierto modo la energía para bailar. Es en realidad una frescura para la garganta y revitalizante. (increíble toda esta poesía solo para decir que quería fumar faso).
A todo esto suelto un —ayyy, que ganas de fumar un porritooo— a la nada misma, sin esperar respuesta. Naty me mira con una sonrisa cómplice. Sin dudarlo, procede a sacar una tuquera negra de su corpiño. La abre y me ofrece el porro nuevo e impoluto de su interior para que lo prenda. En ese mismo momento me derretí de amor.
También, a los pocos minutos (cerca de las 05:00) ella tomó un cuarto (o la cantidad que parecía ser) de pasti, y me ofreció otro cuartito poniéndomelo cerca de mis labios. Sin ver lo que era, acepté y la tragué. Me terminó pegando media hora después de manera progresiva, con un buen efecto que se mantuvo hasta el final de la noche pero que para lo último me volvió un poco desorientado y no podía enfocar mi vista en nada.
Verán, lo común a través de esta historia es mi mala toma de decisiones, muchas impulsivamente y sin tener en cuenta las posibles consecuencias. Es algo que se va a seguir repitiendo durante el relato y de las que me doy cuenta más tarde, e intento no volver a hacerlo más en lo posible. Por suerte, en esta ocasión fueron muchas malas decisiones que tuvieron un hermoso destino y hermosos sucesos, pero que igualmente pudo haber terminado muy mal.
A todo esto mis amigos siempre estuvieron al lado mío, aunque yo estaba de espaldas a ellos y no les prestaba mucha atención. No sé en qué momento, aparecen dos amigos de Naty, una de ellos lo que parecía ser su mejor amiga. Ocurrió la gran parte emotiva de reencuentro entre ellos y la amiga pregunta, —¿Dónde estabas? Te nos perdiste y no te encontramos en toda la noche—, Naty le contó que se había escapado del grupo y se puso a bailar sola, hasta que me encontró a mí y se quedó bailando conmigo durante todas esas horas. La amiga (de quien lamentablemente no me acuerdo de su nombre, así que le vamos a poner Katy) quedó estupefacta.
A los segundos de terminar de hablar con ella se acerca a mí y me agarra por los hombros. —¿Quién sos? ¿Cómo hiciste para bailar con ella? - WHAT, ahora la estupefacción se me contagió a mí también, -¿Qué? ¿Por? Yo tampoco tengo idea de lo que está pasando, estoy rr e loco. — A lo cual, Katy me explica, —Naty no se banca estar sola con ningún tipo por más de 20 o 30 minutos que ya se cansa y se va, pero estuvo toda la noche con vos. ¿Cómo hiciste? — Me quedé más estupefacto todavía, con la boca abierta y la mandíbula yendo de un lado a otro como un péndulo de reloj marcando los segundos mientras procesaba lo que me dijo. Similar a la cara de pikachu de Guido Kaczka.
Katy, más jóven y cercana a mi edad, de pelo largo castaño claro, era como la bestie de Naty, pero de esas mejores amigas bien confidentes que complementan y levantan la energía del grupo. La mejor amiga que cualquiera pudiera tener. En un momento, saco el abanico santificador para tirar vientito al grupo y Katy se ríe cuando ve el diseño del abanico. —Apenas te conozco y sos la persona más random que conozco jajajaj. Me caes muy bien.— Me dice ella, con un tono gracioso.Cuando Katy y el otro amigo llegaron se pusieron a bailar con nosotros e hicimos una mini ronda entre el grupo, y poco a poco (aunque media hora después), empezaron a llegar los otros del grupo de Naty.
Al final quedamos bailando Katy y yo casi solos, pero de lo más bien. Naty al poco tiempo se había escapado con el grupo de sus amigos para unirse a lo que pareciera ver que estaban esnifando y tomando otras drogas. Una de ellos, random, me ofrece para fumar de un vape y le pregunto qué era. —Popper—, me contesta. Yo en ese estado, rotísimo, por suerte lo rechacé.
Abruptamente, la música se corta. Me descoloca por completo y noto por primera vez que ya era de día, había pasado bastante tiempo desde que amaneció. Se terminó la fiesta, aunque no tengo idea de a qué hora. Para ese momento Naty ya había vuelto a nuestro lado, y me giro atrás para encontrar también a mi grupo de amigos. Yo estaba para seguir bailando una o dos horas más, no podía creer que se había terminado.
—¿Hacés algo ahora? — me pregunta Naty. —Emmm no, nos volvemos ahora con mis amigos en auto a Carlos Paz a dormir, ¿por? —. - Nos vamos a X after, ¿querés venir con nosotros? — Katy complementa con la pregunta, —Hay espacio en el auto para uno más si querés—.
Tenía la billetera con re poca plata, estaba drogadísimo e iba a ir solo con personas extrañas de dudosa procedencia al after al que, encima, estaba en la otra punta de Córdoba. Yo tenía que volver después hasta Carlos Paz a no saber de qué manera y para sumarle, la próxima noche tenía que laburar de fotógrafo para una fiesta de 50 años. — Si carajos, vamossss —, le digo todo emocionado.
MISIÓN SECUNDARIA ACEPTADA
Así que, como en toda fiesta cuando llega a su fin, procedimos a hacer la marcha de las calaveras hacia los autos, que por suerte estaban en el mismo estacionamiento los del grupo de Naty y los del mío, en el camino también les había dicho que pensaba ir a ese after x o al y que se hacía, pero antes ninguno de mi grupo había querido. Lo único que tenía que hacer era buscar mi mochila con todas las cosas de nuestro auto, avisarle a mi grupo de amigos lo que iba a hacer y reencontrarme con los otros en su auto.
En el estacionamiento me separo de Katy y Naty diciéndoles que ya volvía, que me esperaran en ese mismo lugar. Llego a nuestro auto y cae mi grupo. Les cuento la locura que iba a hacer y ellos se sorprenden, pero aceptan, aunque pensaran que soy un lunático. Ninguno de ellos me acompaña, todos se volvían a Carlos Paz menos yo. Aunque uno de mis amigo me agarra y me pide, —Cualquier cosa que te pase, nosotros estamos acá. Nos quedamos media hora hasta que el que maneja se le baje un poco el efecto y esté en mejor estado. Pasame ya la ubicación en tiempo real y anda avisando lo que te pase—. Un genio total. No le pude pasar la ubicación porque no había nada de red en ese lugar. Así que salí corriendo con la mochilita como un campeón para encontrarme con mi próximo grupo de joda.
Voy al lugar donde había dejado a Naty. Pero no hay nadie.
Confundido, miro a mi alrededor y tanteo la poquísima gente que todavía quedaba en el estacionamiento. No los encontré. Estuve buscando por el estacionamiento, los autos para ver si se habían metido en uno, la fila de los autos encarados para salir. Nada. Lo peor de todo es que yo estaba muy drogado y tonto, no podía enfocar la vista y seguía sin estar consciente del todo en el tiempo. No había internet para llamarla o mandarle mensaje, como tampoco tenía el contacto de ella. Ni siquiera podía ver lo que había en la pantalla de mi celular porque era todo borroso.
No puede ser, los perdí. Termino volviéndo al auto de mi grupo con la mirada agachada y triste. La misión secundaria fue un fracaso. Una vez más, mis amigos quedaron sorprendidos, pero me aceptaron en el auto nuevamente. Sin poderlo creer, fui a buscarlos una vez más para ver si los encontraba de por casualidad. Tampoco.
Al final me terminé volviendo en el auto con mi grupo a Carlos Paz. En el viaje tenía una mirada gacha, derrotada y triste, era angustia pura potenciada por el MDMA. No por el after, sino porque perdí el contacto por completo de Naty, no tenía su perfil, número o más información aparte de su nombre. Sencillamente no la iba a ver más. Se le suma a que también perdí mis lentes de sol, que eran los que usaba todos los días (tenían protección UV) y me quedaban increíbles, justo fue en el auto que me dí cuenta que me faltaban y no los encontré nunca más. Tristísimo. Llegamos a Carlos Paz y soy el primero en bajarme porque mi casa era la más cercana. Era pleno amanecer y ya la gente estaba en la calle en su vida cotidiana. Camino un par de cuadras hasta que llego al frente de mi casa. Antes de entrar, alcanzo a ver la hora en mi celular, eran las 9 de la mañana.
Neeeaaaa, demasiado temprano (aclaración: no era para nada temprano). Se me ocurre una de mis tantas ideas grandiosas de esa noche. No voy a entrar a mi casa, me voy al monte. Así que caminé unos 20 minutos, plenamente drogado y sin poder estar recto del todo, hacia el monte, todo cuesta arriba. Hacía poco encontré una piedra tipo mirador en lo alto del todo de las sierras, bien oculta y sin señalización. Pero que es el mejor spot para ver la ciudad de VCP entera a la que poquitas personas conocen.
![[Imagen: DW0NElu.jpeg]](https://i.imgur.com/DW0NElu.jpeg)
Llegué al alto de todo. No saben lo que me costó esa puta caminata. Entre recomponer el aire de unos pulmones en el suelo, las piernas que se me quebraban del cansancio por estar bailando toda la noche, y seguir estando tontazo por el efecto de la pasti que no se me iba. Pero llegué. Me senté en el borde con esa vista espectacular, puse música en el celu y agarré el porrito que había guardado en la mochila al principio de la noche (cosa que me costó 10 minutos, porque estaba incluso tonto para entender lo que agarraba).
Encendí el porro, le di unas 4 o 5 caladas. Bajé de mi mirada la mano que lo sostenía y cuando la alcé para fumar, ya el porro no estaba. LPM Lo perdí a él también. Se me desapareció por completo, un porro entero encima. No lo encontré más.
Paso un rato más contemplando las vistas a la ciudad, que poco a poco se llenaba de más tránsito y más peatones siguiendo con su vida cotidiana. Hasta que de la nada reacciono y pego un grito. —¿Qué mierda acaba de pasar?.— Fueron demasiadas cosas las que ocurrieron esta noche, una cadena de momentos locos y relaciones impredecibles, emociones a montones que no paraban de asaltarme. Todo en tan poquito momento, como si hace 1 hora hubiera empezado la noche. Pero lo más importante, Naty.
¿Quién sos? ¿Por qué quisiste bailar conmigo? ¿Por qué te quedaste toda la noche? Era una catarata de preguntas existencialistas en búsqueda de comprender a esa mujer misteriosa y única que me acompañó durante toda la noche. Nunca había estado en compañía de una persona tan maravillosa durante tanto tiempo. Con la que sentía, sin apenas conocernos, una confianza plena. Como si en tan solo unos minutos, ya nos conociéramos de toda la vida. Era raro, muy raro, pero hermoso.
Necesitaba volver a verla, a contactarme con ella. No por un deseo sexual o de querer algo más. Tan solo quería respuestas a las tantas preguntas que tenía. Quería conocer quién era ella, quién era Naty. No se me podía escapar tan fácilmente como había pasado. Así que, todavía en el medio del monte, emprendí mi misión con el celular de buscar algo, lo que sea, con tan solo encontrar un rastro de ella. Me fijé en instagram si había buscado algo antes, en whatsapp, contactos de teléfono. Tampoco había fotos o videos en mi celular donde apareciera ella, hasta que encontré algo.
Era una captura de pantalla. Una captura donde aparecía en la parte superior su nombre del perfil en la búsqueda de Instagram, aunque el resto estaba en gris porque en ese momento no había internet. JACKPOT.
El siguiente problema que me encontré fue su propio nombre de perfil. No lo podía leer. Seguía tan drogado que me costaba horrores poder enfocar y leer. Acercaba el celular a poquitos centímetros de mi cara e incluso seguía sin leer. Y encima el nombre de perfil de la culiada tenía muchos 7. Estaba tan mal que no podía contar cuántos 7 eran, pero si muchos. Como tampoco podía distinguir una n de una m. Así que por un rato demasiado largo estuve buscando su perfil y creo que habré empezado a seguir como a 10 personas diferentes.
Hasta que encuentro un perfil (con la supuesta misma cantidad de 7) pero que estaba en privado. Lo único que aparecía era una foto de perfil amarilla, tan solo amarilla sin otro detalle, y dos links más. Uno enviaba a otro perfil de instagram con su mismo nombre, lleno de poesía. Bastante abstracta, con un poco carácter sexual, sin un sentido claro superficial entre líneas, pero ninguna foto de su cara para confirmar que era ella.
El otro link era a un video de YT, un tema musical. Un solo tema que había publicado esa cuenta con su mismo nombre, pero todavía sin foto de su cara. Así que me puse a escuchar ese tema, en el medio de la montaña durante el amanecer con las vistas de toda la ciudad y sin algún otro ruido que el movimiento de las hojas provocadas por el viento y de los pájaros.
Me encantaría compartírselo a ustedes, pero eso sería quebrar con su anonimato. Me enamoré de ese tema, no sé por qué, pero le encontré algo. Tenía alma. Era una combinación depresiva entre la voz de Babi y un rasgueo de guitarra simple pero característico, similar a El Príncipe Idiota. Con una letra muy similar al estilo de poesía que había en la otra cuenta.
Todo era muy del palo artístico similar al mundo en el que yo habitaba, pero todavía seguía sin comprender, ¿Quién era ella? ¿Cómo carajos ocurrió todo esto? ¿Por qué se dio esta conexión tan real? Pero también una pregunta clave que, hurgando en mi memoria, no era capaz de acordarme y ser capaz de responder: ¿Cómo nos conocimos?, ¿cómo empezó todo? Me torturaba no tener idea de cómo nos vimos por primera vez, o el momento en que empezamos a bailar.
Mi cabeza era una tormenta caótica de preguntas, recuerdos fragmentados, emociones y aturdimiento que no podía controlar. Así que, para finalizar la jornada, seguí ese perfil privado con la foto amarilla, le envié un mensaje y bajé del monte para llegar a mi casa, darme un baño y dormir.
Horas después me despierto, completamente roto, con resaca y con un dolor insoportable de cabeza. Sigo con mi día como puedo, hasta que por la tardecita de ese día, recibo una notificación. Ese perfil con imagen amarilla aceptó mi solicitud de seguimiento. Era ella, era Naty, y me envió un mensaje de voz.
FIN DE PARTE 2
Wow, creo que me fui a la mierda entre la parte 1 y 2 comparado con la extensión que pensaba escribir en un principio, pero acá está la historia completa de esa noche, aunque no la historia completa de nuestra relación. Esto se puede extender a una o dos partes más. Se separa de lo que es la fiesta electrónica (pero no de las drogas), aunque es bastante más íntimo y puede llegar a romper con el anonimato de uno de los dos. El tiempo y mis ganas de escribir lo definirán. Mil disculpas por la tardanza en largar esta segunda parte, fueron meses complicados donde no tuve tiempo para descansar ni dedicarme a esto. También tengo que aclarar que me fue bastante difícil poder recomponer los diálogos de la fiesta y distan de ser los reales, en parte por mi estado y en otra parte por el tiempo que pasó desde marzo/abril de 2024 a esta fecha, aunque su esencia se mantiene.
SI, ME RE COMÍ LA PELI, no hace falta aclararlo. Entiendo que todo lo que sentía fue exacerbado por el efecto de la droga y el MDMA y no es del todo real. Pero es una historia que me encantó vivir, y que también quería compartir con ustedes por si se comían la peli junto a mí.
Espero que lo disfruten, y están más que invitados a interpelar mi relato o decirme qué les pareció.
ATTE. El enano mágico